Cinco.
Son brillantes, estridentes. No hay maúllos, son gemidos. Plumas y las olas porque está en una isla y el mar ataca.
Cuatro.
Entran los miedos y se cuelan entre las pasiones.
Tres.
La fama sale y ella teme su regreso. Entre caricias y las odas a las bodas existe el mal sabor de la espera.
Dos.
Se despide, se despide de todos menos de la costa. Duele, la espera de la Fama. La escucha en la lejanía y pide que se entienda.
Uno.
La fama ha regresado, las caricias, los miles de besos, los perfumes y las bodas serán para otros. Sólo la gloria a sus odas quedan para ella. Serán tiempos oscuros para aquellas con deseos. Murmullan Sappho.
Ya.
Abre los ojos, mira a su alrededor. El hipnotista apunta, su acompañante observa. “Ha sido todo muy entretenido” comenta a su salida “no recuerdo nada, así que nada debe haber pasado”. Su acompáñate sonríe y nada más. “Estamos tarde, el evangelio no se predica solo”. “No” contestó ella “los pecadores homosexuales no se condenan solos”. Pero las palabras le sabían diferentes esta vez, algo de odio, mucho de envidia.
0 comments:
Publicar un comentario